miércoles, febrero 26, 2014

Murakami maldito. ( Tokyo Blues).



 Quizás fue el modo, o la forma, quizás la melosa entrada de las palabras generalmente envueltas en suaves y bellas melodías. No creo que alguien se haya dado cuenta del momento preciso en que estaba narcotizado, el instante en que la razón e integridad de su persona adormilada entraba en una realidad tan dura como la muerte, una muerte ciega, negra casi imperceptible.
   El japones habla abierta y livianamente de un proceso que para la mayoría de nosotros es terrible, lo expresa y relata con una naturalidad pasmante, ya sea que se haya producido por la acción violenta más horrible de todas ( Autoeliminarse) o por la acción del tiempo en toda su longitud, la calva blanca, aparece tocándote, mirándote y abrazándote.
   Murakami suena "demasiado" normal, nos acostumbra, nos relaja y luego nos da el guadañazo en medio del cuello.  Lo peor de todo, que al final , no parece tan terrible. Quizas en una de las mejores obras que he leido para prepararse del alejamiento de algún ser querido. La forma en que la espuma de los dias va tapando los huequitos  que dejan estos seres y que suelen ser remplazadas por personas igualmente valiosas.
   Suelo pedalear por el bosque donde murió un gran amigo, era uno de nuestros sitios favoritos, en un principio me gustaba ir solo, sin ningún otro distractor que el monótono golpeteo de los pedales. Las primeras visitas al lugar fueron paseos realmente tristes y penosos, pero con el paso de los años las cosas han cambiado.  Quizas la "técnica" de Murakami me ha ayudado. Los últimos viajes han sido con otros amigos ciclistas, la travesía suele estar llena de anécdotas, bromas y risas, es mas, en una de las recientes hubo música...  no era precisamente "Norwegian wood" pero era música que le gustaba al "Pelao".  Nuestro gran amigo.